Fobia a la penetración
La mayoría de las parejas tardan años en iniciar un tratamiento, para este mal del “matrimonio no consumado” que afecta a una de cada cien parejas. Según indicaron los especialistas, las causas pueden ser físicas o psicológicas. Se trata de parejas que nunca tienen relaciones sexuales con coito, por causas ancladas en creencias religiosas, tabúes en torno a la sexualidad o abusos, entre otras.
“El sexo siempre fue un tabú en mi familia, de eso no se hablaba. Me enteré de la masturbación, de cómo se hacían los bebés y todo eso en la calle y de formas un poco drásticas”, relata Gerardo B., que está casado desde hace seis años con Verónica, pero no pueden tener relaciones sexuales con penetración.
Suena extraño que en un mundo en el que la sexualidad está tan a flor de piel haya parejas que no puedan consumar su relación, pero el caso de Gerardo no es una excepción y en la actualidad esta problemática afecta al 1% de la población, según coinciden los especialistas.
Los sexólogos le dieron el nombre de matrimonios no consumados (MNC), y se trata de parejas que nunca tienen relaciones sexuales con coito, por causas ancladas en creencias religiosas, tabúes en torno a la sexualidad o abusos, entre otras.
“El MNC siempre llama la atención, una pareja que quiere tener relaciones y no puede, genera un problema gravísimo para quien lo padece. No conceder el coito penetrativo lleva a una crisis, Muchos dicen ‘cuando nos casemos se va a arreglar’. Pero no sucede eso, y así pasan los años, recién consultan cuando buscan tener hijos”, explica el doctor León Roberto Gindin, sexólogo, miembro del equipo de Neurociencias de la Fundación Favaloro. “Y cada vez hay más consultas”, revela.
Gindin y Cristina Fridman, miembro del comité asesor de la Asociación Vida para la Salud Sexual, publicaron recientemente el libro Matrimonios no consumados, que reúne testimonios y una descripción minuciosa del tema.
“Por decisión mutua, basándonos principalmente en nuestras convicciones religiosas, decidimos no tener relaciones sexuales fuera del matrimonio. Pero luego de casarnos, todo siguió igual; cada vez que él intentaba algo me temblaban las piernas”, confiesa Malena D., quien actualmente realiza un tratamiento.
Según los especialistas, las causas fisiológicas pueden ser vaginismo, contracción espasmódica de los músculos de la entrada de la vagina, dolor coital, eyaculación precoz, disfunción eréctil, causas hormonales; también pueden ser psicológicas (fobias), u homosexualidad no asumida. Pero lo cierto es que siempre es un problema “de a dos”.
“Muchas veces esa enorme y excesiva complacencia por parte de uno de la pareja, en realidad está asegurando un vínculo no satisfactorio y semi patológico, en la medida en que no los hace felices. En vez de ayudarse mutuamente, se contemplan y se alarga la dificultad”, aclara Fridman.
Si bien el tratamiento es bastante sencillo y con buenas posibilidades de éxito, las parejas ocultan el problema durante mucho tiempo y no se animan a consultar.
“El tratamiento básico se llama desensibilización progresiva genital, acompañada de medicación antifóbica. Con esta metodología, tenemos un 97% de éxitos terapéuticos. En nuestro caso, no cobramos si no logran la consumación pene-vagina”, asegura Gindin.
JUEGOS SEXUALES
Según los especialistas, la mayoría de las personas afectadas aseguran que comparten una buena vida sexual a pesar de todo, con juegos eróticos, caricias, pero sin llegar nunca a la penetración. Que un matrimonio no pueda consumar no significa que en la relación necesariamente falten otros ingredientes como el amor, la pasión o, incluso, una sexualidad activa.
“Para lograr la penetración lo importante es realizar trabajo multidisciplinario, que incluya lo psicoanalítico y también conductuales desinhibidores dirigidos por un sexólogo con experiencia. Muchas veces los tratamientos grupales de terapia resultan eficaces a la hora de destrabar las vergüenzas de la intimidades”, opina Rosalía Alvarez, psicoanalista especialista en pareja y familia de APA.
“Los trastornos pueden alternarse en el tiempo o ser concomitantes, pero siempre se mantienen de a dos. Por ejemplo: cuando ella quiere, él no logra la erección; cuando él la logra, ella presenta una contracción de los músculos de la vagina”, señala el sexólogo Adrián Sapetti, que atiende al menos dos casos por mes. Y asegura: “El MNC es cada día más frecuente en la consulta sexológica, no porque antes no existiera sino porque ahora, gracias a la mayor difusión e información sobre temas de sexualidad, la gente se anima a sacar a la luz sus problemas”.
LA PRESIÓN RELIGIOSA
La moral sexual occidental, bajo la forma de ley universal, domina el terreno de las prácticas sexuales y de sus representaciones. Así, el “débito conyugal” es parte de los principios morales de muchas religiones. “La consideración del placer como perteneciente al dominio del mal es una concepción atribuida, en el origen, a la denominada moral judeocristiana”, indica Gindin.
De hecho, el Antiguo Testamento se refiere a los preceptos relacionados con “la obligación de procrear por parte de la pareja conyugal, y si hay matrimonio civil, religioso o sacramental, pero no consumación sexual, es pasible de nulidad. “El matrimonio no consumado entre bautizados, o entre parte bautizada y parte no bautizada, puede ser disuelto con causa justa por el Romano Pontífice, a petición de ambas partes o de una de ellas, aunque la otra se oponga”, reza el Código de Derecho Canónico.
En el libro, Gindin y Fridman también citan la filosofía del Talmud, la obra que recoge principalmente las discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, e historias. Allí también se recupera la discusión sobre el plazo que debería aguardarse para formalizar un divorcio en caso de que uno de los cónyuges haga voto de no mantener relaciones sexuales con su pareja.
Actualmente la legislación argentina no hace referencia al “deber” de cada uno de los cónyuges a prestarse a las relaciones sexuales con el otro, ni tampoco a perpetuar la especie, o sea que no puede ser causal de divorcio.
Fuente: Perfil
La mayoría de las parejas tardan años en iniciar un tratamiento, para este mal del “matrimonio no consumado” que afecta a una de cada cien parejas. Según indicaron los especialistas, las causas pueden ser físicas o psicológicas. Se trata de parejas que nunca tienen relaciones sexuales con coito, por causas ancladas en creencias religiosas, tabúes en torno a la sexualidad o abusos, entre otras.
“El sexo siempre fue un tabú en mi familia, de eso no se hablaba. Me enteré de la masturbación, de cómo se hacían los bebés y todo eso en la calle y de formas un poco drásticas”, relata Gerardo B., que está casado desde hace seis años con Verónica, pero no pueden tener relaciones sexuales con penetración.
Suena extraño que en un mundo en el que la sexualidad está tan a flor de piel haya parejas que no puedan consumar su relación, pero el caso de Gerardo no es una excepción y en la actualidad esta problemática afecta al 1% de la población, según coinciden los especialistas.
Los sexólogos le dieron el nombre de matrimonios no consumados (MNC), y se trata de parejas que nunca tienen relaciones sexuales con coito, por causas ancladas en creencias religiosas, tabúes en torno a la sexualidad o abusos, entre otras.
“El MNC siempre llama la atención, una pareja que quiere tener relaciones y no puede, genera un problema gravísimo para quien lo padece. No conceder el coito penetrativo lleva a una crisis, Muchos dicen ‘cuando nos casemos se va a arreglar’. Pero no sucede eso, y así pasan los años, recién consultan cuando buscan tener hijos”, explica el doctor León Roberto Gindin, sexólogo, miembro del equipo de Neurociencias de la Fundación Favaloro. “Y cada vez hay más consultas”, revela.
Gindin y Cristina Fridman, miembro del comité asesor de la Asociación Vida para la Salud Sexual, publicaron recientemente el libro Matrimonios no consumados, que reúne testimonios y una descripción minuciosa del tema.
“Por decisión mutua, basándonos principalmente en nuestras convicciones religiosas, decidimos no tener relaciones sexuales fuera del matrimonio. Pero luego de casarnos, todo siguió igual; cada vez que él intentaba algo me temblaban las piernas”, confiesa Malena D., quien actualmente realiza un tratamiento.
Según los especialistas, las causas fisiológicas pueden ser vaginismo, contracción espasmódica de los músculos de la entrada de la vagina, dolor coital, eyaculación precoz, disfunción eréctil, causas hormonales; también pueden ser psicológicas (fobias), u homosexualidad no asumida. Pero lo cierto es que siempre es un problema “de a dos”.
“Muchas veces esa enorme y excesiva complacencia por parte de uno de la pareja, en realidad está asegurando un vínculo no satisfactorio y semi patológico, en la medida en que no los hace felices. En vez de ayudarse mutuamente, se contemplan y se alarga la dificultad”, aclara Fridman.
Si bien el tratamiento es bastante sencillo y con buenas posibilidades de éxito, las parejas ocultan el problema durante mucho tiempo y no se animan a consultar.
“El tratamiento básico se llama desensibilización progresiva genital, acompañada de medicación antifóbica. Con esta metodología, tenemos un 97% de éxitos terapéuticos. En nuestro caso, no cobramos si no logran la consumación pene-vagina”, asegura Gindin.
JUEGOS SEXUALES
Según los especialistas, la mayoría de las personas afectadas aseguran que comparten una buena vida sexual a pesar de todo, con juegos eróticos, caricias, pero sin llegar nunca a la penetración. Que un matrimonio no pueda consumar no significa que en la relación necesariamente falten otros ingredientes como el amor, la pasión o, incluso, una sexualidad activa.
“Para lograr la penetración lo importante es realizar trabajo multidisciplinario, que incluya lo psicoanalítico y también conductuales desinhibidores dirigidos por un sexólogo con experiencia. Muchas veces los tratamientos grupales de terapia resultan eficaces a la hora de destrabar las vergüenzas de la intimidades”, opina Rosalía Alvarez, psicoanalista especialista en pareja y familia de APA.
“Los trastornos pueden alternarse en el tiempo o ser concomitantes, pero siempre se mantienen de a dos. Por ejemplo: cuando ella quiere, él no logra la erección; cuando él la logra, ella presenta una contracción de los músculos de la vagina”, señala el sexólogo Adrián Sapetti, que atiende al menos dos casos por mes. Y asegura: “El MNC es cada día más frecuente en la consulta sexológica, no porque antes no existiera sino porque ahora, gracias a la mayor difusión e información sobre temas de sexualidad, la gente se anima a sacar a la luz sus problemas”.
LA PRESIÓN RELIGIOSA
La moral sexual occidental, bajo la forma de ley universal, domina el terreno de las prácticas sexuales y de sus representaciones. Así, el “débito conyugal” es parte de los principios morales de muchas religiones. “La consideración del placer como perteneciente al dominio del mal es una concepción atribuida, en el origen, a la denominada moral judeocristiana”, indica Gindin.
De hecho, el Antiguo Testamento se refiere a los preceptos relacionados con “la obligación de procrear por parte de la pareja conyugal, y si hay matrimonio civil, religioso o sacramental, pero no consumación sexual, es pasible de nulidad. “El matrimonio no consumado entre bautizados, o entre parte bautizada y parte no bautizada, puede ser disuelto con causa justa por el Romano Pontífice, a petición de ambas partes o de una de ellas, aunque la otra se oponga”, reza el Código de Derecho Canónico.
En el libro, Gindin y Fridman también citan la filosofía del Talmud, la obra que recoge principalmente las discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, e historias. Allí también se recupera la discusión sobre el plazo que debería aguardarse para formalizar un divorcio en caso de que uno de los cónyuges haga voto de no mantener relaciones sexuales con su pareja.
Actualmente la legislación argentina no hace referencia al “deber” de cada uno de los cónyuges a prestarse a las relaciones sexuales con el otro, ni tampoco a perpetuar la especie, o sea que no puede ser causal de divorcio.
Fuente: Perfil
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